Cuando estaba estudiando bachillerato era un gran aficionado al atletismo. Me gustaban especialmente las carreras de velocidad. Conseguir correr un sprint y llegar el primero parecía uno de los pasajeros placeres de la adolescencia. Al crecer y madurar te das cuenta que la mayoría de las carreras que merecen la pena en la vida son los maratones.
No voy a descubrir nada nuevo si comento que ser escritor no es nada fácil, vivir de esta profesión parece misión imposible. Hoy muchos se lanzan a la auto-publicación con la esperanza de hacerse ricos muy rápido, descubriendo a los pocos meses que ser escritor y millonario son casi antónimos.
Muchas veces recibo preguntas en mis correo o en la redes sociales. Algunos escritores y no pocos oportunistas me preguntan que hago para vender tantos libros. Mi respuesta no suele gustarles mucho. Siempre les contesto que es una cuestión de tesón, esfuerzo, paciencia y perseverancia.
El autor se examina con cada nuevo libro. No importa el éxito anterior, cada lector quiere que el nuevo libro sea igual o mejor que el anterior. El trabajo de meses es a veces destrozado en minutos por lectores que piensan que escribir es sencillo y que ellos mismos podrían hacer historias mejores que la tuya.
Hace poco un escritor se sintió tan frustrado ante los comentarios que recibía que quitó su obra de una plataforma de ventas. No podía soportar la presión y pensaba que las críticas tenían razón. La falta de objetividad ante una obra artística, unida a la inseguridad de los creadores, puede cercenar rápidamente la vida de un buen escritor. Hay muchos casos de ese tipo de timidez literaria en la historia de la literatura.
El mundo no es justo y el mundo literario tampoco. Muchas veces se premia a los guapos o las editoriales quieren escritores mediáticos, antes que buenos libros.
En algunas ocasiones falta compañerismo entre los escritores y la soledad de la escritura vuelve locos a muchos, pero como diría Stephen King: Muchas veces la literatura me ha servido para escupir a la cara de la realidad.
En esta profesión he encontrado a gente maravillosa a los dos lados de la trinchera. Editores que amaban los libros, periodistas comprometidos con su profesión y amigos, muchos amigos.
Ante la pregunta: ¿Merece la pena convertirse en escritor? Os hago la pregunta: ¿Merece la pena ser feliz? Sí, mil veces sí.
Cada día me siento ante un teclado frente a una ventana. El ordenador, el infinito y yo hacemos un pacto que consiste en crear mundos paralelos al nuestro. ¿Puede existir algo más emocionante?
Esta profesión lleva más de 3000 años en crisis, pero es la mejor profesión del mundo. Todos quieren ser como nosotros. Periodistas, famosos, deportistas o políticos no se ven realizados hasta que escriben un libro.
Amigo, nunca abandones tus sueños o te encontrarás solo. Un hombre sin esperanza es una cáscara vacía.
Sígueme en @EscobarGolderos y Mario Escobar (Face)